Plinio el Viejo, Cayo Plinio Segundo, Gayo Plinio Segundo,
(Comum, Como, actual Italia, 23 - Stabies, hoy Castelllammare di Stabia, id., 79)
Escritor latino, científico y naturalista. Nació en Como, 23. Murió en Estabia,
24 de agosto de 79. Naturalista, escritor y militar romano.
Plinio el Viejo
Tras estudiar en Roma, a los veintitrés años inició su carrera militar en Germania,
la que habría de durar doce años. Llegó a ser comandante de caballería antes de
regresar a Roma, en el año 57, para dedicarse al estudio y el cultivo de las
letras. A partir del año 69 desempeñó varios cargos oficiales al servicio del
emperador Vespasiano. Agudo observador, fue autor de algunos tratados de
caballería, una historia de Roma y varias crónicas históricas, hoy perdidas. Perteneció al orden ecuestre. Desarrolló
su carrera militar en Germania y en Hispania alrededor de 73, donde estuvo como
procurador.
Cayo Plinio Segundo fue miembro de la clase social de los caballeros
romanos (eques), ya que su padre pertenecía al orden ecuestre, y su
madre era hija del senador Cayo Cecilio de Novo Como. Su padre lo envió a Roma
y confió su educación a uno de sus amigos, el poeta y general P. Pomponio
Segundo. De él adquirió Plinio el deseo por aprender, que conservó durante toda
su vida. Dos siglos después de la muerte de los Gracos, pudo admirar algunos de
sus manuscritos autógrafos en la biblioteca de su preceptor, de quien redactó
más tarde una biografía. Plinio menciona a los gramáticos y retóricos Remmio
Palemon y Aurelio Fusco en su Naturalis Historia (xiv. 4 ; xxxiii. 152) de
los que fue sin duda su alumno. En Roma, estudió botánica en el jardín de Antonio
Castor y conoció los antiguos árboles-lotos en los terrenos que habían
pertenecido en su día a Craso. Asimismo, pudo contemplar la vasta estructura
edificada por Calígula (xxxvi. III) y probablemente asistió al triunfo de Claudio
en Britania. Bajo la influencia de Séneca, llegó a ser un estudiante apasionado
de la filosofía y la retórica y comenzó a ejercer la profesión de abogado.
En el año 47 participó, a las órdenes de Córbulo, en la campaña militar
contra Germania, donde tomó parte en la construcción de un canal entre el Rin y
el Mosa. Como joven comandante de caballería (praefectus atae), redactó
un ensayo (perdido) sobre las técnicas de combate a caballo (De iaculatione
equestri).
En Galia y en Hispania, aprendió el significado de un buen número de
palabras célticas. Observó los lugares relacionados con la invasión romana en
Germania; las causas de las victorias de Druso y soñó que el vencedor le conminaba
a transmitir sus hazañas a la posteridad (Plin. Epp. iii. 5, 4). Su sueño le
incita a relatar la historia de todas les guerras entre Romanos y Germanos.
Durante el mandato de Nerón, vivió principalmente en Roma donde asistió a la
construcción de la Domus Aurea de Néron después del gran incendio del
año 64 (xxxvi. 111).
Entre tanto, completa los veinte libros de su Historia de las guerras
germánicas, única obra de referencia citada en los seis primeros libros de los Anales
de Tácito (1. 69).
Dedicó mucho de su tiempo a temas como la gramática y la retórica. Studiosus,
es un trabajo detallado sobre la retórica que fue seguido por los ocho libros
de De Dubii sermonis (67).
Bajo el principado de su amigo Vespasiano, se reincorporó al servicio del
estado como procurador en la Galia Narbonense (70) y en la Hispania
Tarraconense (73). Visitó también la Provincia Belga (74). Durante su estancia
en Hispania, se familiarizó con la agricultura y las minas del país. Luego
visitó África (vii. 37). A su regreso a Italia, aceptó un cargo de Vespasiano,
quien le consultaba antes de dedicarse a sus ocupaciones oficiales. Al final de
su mandato, se consagró esencialmente a sus estudios (Pun. Epp. iii. 5, 9).
Completó una Historia de su Tiempo en 31 libros, que tratando desde
el reinado de Nerón hasta el de Vespasiano, no quiso que se publicara hasta
después de su muerte (N. H., Praef. 20). Esta obra es citada por Tácito (Ann.
xiii. 20, xv. 53 ; Hist. iii. 29) y tuvo influencia sobre Suetonio y Plutarco.
Casi llegó a terminar su gran obra Naturalis Historia, una
enciclopedia en la que Plinio reúne una gran parte del saber de su época. Este
trabajo había sido planificado bajo la dirección de Nerón. Las informaciones
que recoge llegan a ocupar no menos de 160 volúmenes, cuando Larcio Licino, el
legado pretor de la Hispania Tarraconense, intenta en vano comprarlos por el
equivalente a más de 200 000 £ (valor estimado en 2002). Dedicó esta obra Tito
Flavio en el año 77.
Poco después es nombrado por Vespasiano prefecto de la flota romana en Misenum
(Miseno).
El 24 de agosto de 79, cuando se produce la erupción del Vesubio que sepultó
a Pompeya y Herculano, se encontraba en Miseno. Queriendo observar el fenómeno
de más cerca y deseando socorrer a algunos de sus amigos que se encontraban en
dificultades sobre las playas de la bahía de Nápoles, atravesó con sus galeras
la bahía llegando hasta Stabies (hoy Castellamare di Stabia), donde murió,
probablemente asfixiado, a la edad de 56 años.
La erupción ha sido descrita por su sobrino Plinio el Joven, de ahí que en
la vulcanología antigua se haya denominado erupción plínica a la
erupción violenta de un volcán con proyección en altura de materiales
pulverizados formando un penacho con figura de sombrilla.
El relato de sus últimas horas es contado en una interesante carta que su
sobrino y heredero, Plinio el Joven, dirige, 27 años después de los hechos, a
Tácito (Epp. vi. 16). También envió, a otro corresponsal, un informe sobre los
escritos y el modo de vida de su tío (iii. 5) :
Comenzaba a trabajar al salir
el día.... No leía nada sin hacer un resumen porque decía que no había
libro, por malo que fuese, que no contuviera algún valor. Estando en casa,
sólo excluía la hora del baño para estudiar. Cuando viajaba, y había sido
descargado de otras obligaciones, se consagraba únicamente al estudio. En una
palabra, consideraba como perdido el tiempo que no podía dedicar al
estudio. » El único fruto de su incansable labor que ha llegado a nuestros
días es su Naturalis Historia que fue utilizada como referente durante
varios siglos por innumerables alumnos.
Como muchos de los hombres cultos de principios del Imperio romano, Plinio
es adepto del estoicismo. Está ligado su más noble representante, Publio Clodio
Thrasea Peto, y sufre también la influencia de Séneca.
Este estoico, que se entrega al estudio de la naturaleza, y cuya moral le
enseña a ser grato a los demás, busca sin cesar, en su obra literaria, ser
benéfico e instruir a sus contemporáneos (Praef. 16, xxviii. 2, xxix. I).
Fue también influenciado por el epicureísmo, el academicismo y la renaciente
escuela pitagórica. Pero su visión de la naturaleza y de los dioses es esencialmente
estoica. Según él, es la debilidad de la humanidad la que encierra la deidad
bajo formas humanas mancilladas de faltas y de vicios (ii. 148). La divinidad
es real; es el alma del mundo eterno, dispensando sus beneficios tanto sobre la
tierra como sobre el sol y las estrellas (ii. 12 seq., 154 seq.). La existencia
de la divina Providencia es incierta (ii. 19), pero la creencia en su
existencia y en el castigo de los pecados es saludable (ii. 26) ; y la
recompensa de la virtud consiste en la elevación a la divinidad de los que se
asemejarían a un dios haciendo el bien por la humanidad (ii. 18, Deus est
mortali juvare mortalem, et haec ad aeternam gloriam via). Es malo indagar
sobre el futuro y violentar la naturaleza recurriendo a las artes mágicas (ii.
114, xxx. 3) ; pero la importancia de los prodigios y los presagios no
debe ser rechazada (ii. 92, 199, 232).
La visión que Plinio tiene de la vida es sombría; ve a la raza humana
hundida en la ruina y la miseria (ii. 24, vii. 130). Se entrega a declamaciones
contra el lujo y la corrupción moral, tan frecuentes (como las de Séneca) que
acaban por cansar al lector; y su retórica florece prácticamente contra los
inventos útiles (como el arte de la navegación) a la espera del buen sentido y
del buen gusto (xix. 6).
Con el espíritu de fiereza nacional del romano, combina la admiración de las
virtudes que han integrado la República y su grandeza (xvi. 14, xxvii. 3,
xxxvii. 201). No elude los hechos históricos desfavorables a Roma (xxxiv. 139),
e incluso cuando el alaba a los miembros eminentes de las familias romanas
distinguidas, es libre de la parcialidad de Tito Livio por la aristocracia. Las
clases agrícolas y los viejos señores del orden ecuestre (Cincinnato, Curio
Dentato, Serrano y Catón el Viejo) son para él los pilares del Estado; y se
lamenta amargamente del declive de la agricultura en Italia (xviii. 21 et 35, latifundia
perdidere Italiam). Incluso para la Historia de los comienzos de Roma,
prefiere seguir a los autores anteriores a Augusto; sin embargo, ve al poder
imperial como indispensable para el gobierno del imperio y saluda el salutaris
exortus de Vespasiano (xxxiii. 51).
Al final de su trabajos literarios, como único romano que ha escogido como
tema la integridad del mundo de la naturaleza, implora la bendición de la madre
universal sobre toda su tarea.
En literatura atribuye el lugar más alto a Homero y Cicerón (xvii. 37 seq.)
y coloca en segundo lugar a Virgilio.
Dedica un profundo interés a la naturaleza y a las ciencias naturales,
estudiándolas como habían sido abordadas por el mundo romano. A pesar de la
poca estima que en su época se tenía a este género de estudios, se esfuerza
siempre para estar al servicio de sus conciudadanos (xxii. 15).
La envergadura de su obra es completa, siendo una enciclopedia de todos los
conocimientos y las artes tanto aquellos que están ligados a la naturaleza como
los que atraen sus materias. Con este objeto, estudia todo lo que de autoridad
tiene sobre estos temas y no olvida citar sus fuentes. Sus índices auctorum
suelen ser las autoridades que el mismo ha consultado (aunque esto no sea
exhaustivo), a veces estos nombres representan los autores principales sobre el
tema, que no son conocidos sino en forma subsidiaria. Reconoce con franqueza
sus deudas con todos sus predecesores en una frase que merece ser proverbial
(Praef. 21, plenum ingenni pudoris fateri per quos profeceris). Por el
contrario, no tiene el carácter o el tiempo para indagar sobre sí mismo.
Es evidente que quien pasa todo su tiempo en leer, escribir y compulsar los
extractos de sus predecesores, no puede dejar de tener un pensamiento
independiente para una observación experimental paciente de los fenómenos
naturales. Pero esta curiosidad científica para los fenómenos de la erupción
del Vesubio que dirigen su vida de estudio infatigable e icluso le conducen a
su fin prematuro, y toda la crítica que se puede hacer a sus defectos de
omisión queda desarmada por el candor de su confesión en su prefacio : nec
dubitamus multa esse quae et nos praeterierint; homines enim sumus et occupati
officiis.
Su estilo traicionó una influencia de Séneca. Apunta menos a la claridad que
al epigrama. Está lleno de antítesis, preguntas, exclamaciones, tropos,
metáforas y otros manierismos de la época julio-claudia. La forma rítmica y
artística de la frase es sacrificada por una pasión por el énfasis que espera
hablar del sujeto al final del periodo. La estructura de la frase es también a
menudo errática e inconexa. Se nota también una utilización excesiva del
ablativo absoluto, y frases en ablativo son con frecuencia puestas en
aplicativo para expresar la opinión del autor sobre un enunciado que precede
inmediatamente, por ejemplo : xxxv. 8o, dixit (Apelles) ... uno se
praestare, quod manum de tabula sciret tollere, memorabili praecepto nocere
saepe nimiam diligentiam.
Hacia la mitad del siglo III, un resumen de las partes geográficas de la
obra de Plinio fue realizado por Solino, y al inicio del siglo IV, los pasajes
sobre medicina fueron reunidos en los [[Medicina Plinii]]. A comienzos
del siglo VIII, Beda el Venerable poseía un manuscrito de toda la obra. En el
siglo IX, Alcuino envió a Carlomagno un ejemplar de los primeros libros (Epp.
103, Jaffé); y Dicuil reunió extractos de las páginas de Plinio para su Mensura
orbis terrae (c. 825).
Los trabajos de Plinio fueron tenidos en gran estima en la Edad Media. El
número de manuscritos que nos quedan es alrededor de 200, pero el más
interesante de entre los más antiguos, el de Bamberg, sólo contiene los libros
xxxii à xxxvii. Robert de Cricklade, superior de Saint Frideswide en Oxford,
dirigió al rey Enrique II un Defloratio que contenía nueve volúmenes de
selecciones tomadas de uno de los manuscritos de esta clase. Entre los
manuscritos más antiguos, el codex Vesontinus, que se encontraba en otro tiempo
en Besançon (siglo XI), fue separado en tres partes, apareciendo una en Roma,
otra en París, y la última en Leiden (donde existe también una trascripción del
manuscrito total).
Plinio se interesó especialmente en la fabricación de papiros (xiii. 68-38)
y en las diferentes clases de tintas de púrpura (ix. 130) mientras que su
descripción del canto del ruiseñor es un ejemplo elaborado del carácter
esplendido de su prosa (xxix. 81 seq.)
Se pueden ver estatuas de los dos Plinios en posición sedente y revestidos
del hábito de los eruditos de los años 1500, en la entrada principal de la
catedral de Como.
Las anécdotas de Plinio el Viejo sobre los artistas griegos inspiraron a Vasari
los temas de los frescos que aun decoran las paredes de su antigua casa en Arezzo.
Lamentablemente, de su obra solo se ha conservado la Historia Natural (Naturalis
Historia) en 37 libros, fruto de la información recogida de más de 2.000
libros. En ella recopila importantes conocimientos científicos de la antigüedad
que abarcan la botánica, la zoología, la mineralogía, la medicina y la etnografía.
El libro X está dedicado a los pájaros y se inicia con el estudio sobre el
avestruz. Plinio lo considera como el punto de paso de los mamíferos a los
pájaros. Aborda el estudio de numerosas especies y se detiene particularmente
sobre las águilas y otras rapaces como los gavilanes.
Si bien toma prestados numerosos pasajes de Aristóteles, su obra es inferior
y los relatos más fabulosos cohabitan con los de hechos más realistas.
Wikipedia
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