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Loxodonta africana

 

Elefante africano
Estado de conservación: Vulnerable

Clasificación científica

Reino:

Animalia

Filo:

Chordata

Clase:

Mammalia

Orden:

Proboscidea

Familia:

Elephantidae

Género:

Loxodonta

Especie:

L. africana

Nombre binomial

Loxodonta africana
Blumenbach, 1797

El elefante africano (Loxodonta africana) es el mayor mamífero terrestre que existe en la actualidad. Se trata de una de las dos últimas especies de proboscídeos que sobreviven hoy en día, siendo la otra el elefante asiático (Elephas maximus).

Descripción

Los machos alcanzan normalmente los 6.7 - 7 metros de longitud y 3.05 - 3.35 m de altura, con un peso de 5,400 - 6,000 Kg, aunque el rango "general" es de 2.74 - 3.80 m de altura, y un peso de 4,500 - 7,300 Kg, sin embargo se tiene noticia de un individuo masculino de 4.2 metros y un peso de 12,274 Kg, que fue abatido en 1955 en Angola, cuyo cuerpo se encuentra disecado en el Museo de Historia Natural de Washington. Cuando se mueven, lo hacen a razón de unos 6 kilómetros por hora a paso firme, aunque cuando se asustan o enfadan pueden correr a velocidades superiores a los 40 km/h.

El elefante africano se caracteriza por su gran cabeza, amplias orejas que cubren los hombros e irradian el exceso de calor hacia el exterior, trompa larga y musculosa, presencia de dos "colmillos" (en realidad, incisivos) en la mandíbula superior, bien desarrollados en ambos sexos aunque mayores en los machos, cuello corto casi inexistente, amplio cuerpo en forma de barril, patas largas y gruesas como columnas y cola no muy larga. El animal está aislado del exterior por una gruesa capa de piel correosa gris-pardo, salpicada de pelos poco desarrollados en su mayor parte y sólo largos y de color negro en el extremo de la cola. Las patas traseras tienen 3 dedos en forma de pezuña, mientras que el número de dedos en las delanteras varía entre 4 y 5 según los ejemplares. La frente es más suave y menos abombada que en el elefante indio.

La trompa es el órgano más característico de este animal. Está formada por la fusión y elongación de la nariz y el labio superior, formando un poderoso órgano flexible y fuerte de puro músculo, sin huesos. En su extremo está rematada por dos lóbulos que pueden usarse a modo de "mano" para agarrar objetos, como por ejemplo comida y agua que el animal se lleva a la boca (algo muy útil teniendo en cuenta que estos animales no tienen casi cuello). La trompa también se usa para oler (evidentemente), darse baños de agua y polvo y comunicarse con otros elefantes, tanto por medio de feromonas, como por la gesticulación. Algunos de los mensajes emitidos según la posición de la trompa son:

Además del olfato, el oído (muy desarrollado, capaz de captar infrasonidos inaudibles para los humanos) y el tacto, los elefantes reciben también bastante información por medio de vibraciones en el suelo que recogen por la planta de los pies. Éstas pueden ser emitidas por otros elefantes (por ejemplo, hembras ovulando que buscan un compañero en la época de celo), pero también identifican las primeras vibraciones de los terremotos o las que provocan los cursos de agua, en ocasiones muy alejados del animal. Ésto último es de vital importancia en zonas muy secas, como el desierto de Namibia, donde los elefantes deben desplazarse a lo largo de cientos de kilómetros para encontrar lugares donde encontrar agua y comida.

Alimentación

 

Elefante ramoneando en la copa de un árbol

Elefante ramoneando en la copa de un árbol

Los elefantes africanos son animales vegetarianos (hervíboros). Según habiten en el bosque, en las praderas o los semidesiertos, el porcentaje de hierbas y hojas de árboles o arbustos de su dieta varía notablemente. Para triturarlos se valen solamente de 4 molares de gran tamaño (dos en cada mandíbula) de 10 cm. de ancho y 30 de largo. Debido al constante uso, estos molares se desgastan con el paso de los años y son sustituidos varias veces a lo largo de la vida del animal. Hacia los 15 los dientes de leche son reemplazados por otros nuevos que duran hasta los 30 y luego por otros que se desgastan pasados los cuarenta, siendo sustituidos por unos últimos dientes que duran hasta aproximadamente los 65 años, 70 como mucho. Poco después el animal muere de inanición al no poder alimentarse correctamente. En cautividad, se han dado casos de individuos que han superado los 80 años.

Estos animales son considerados bastante "derrochadores", pues es normal que ingieran un promedio de 225 kilos de materia vegetal que en su mayor parte no es digerido del todo cuando defecan. Esto, unido a las enormes distancias que pueden recorrer diariamente en busca de más comida, contribuye notablemente a la dispersión de muchas semillas de plantas que germinan en medio de una montaña de excrementos llenas de nutrientes. En sus periplos con fines alimenticios, los elefantes arrancan todo tipo de plantas del suelo y derriban árboles con los colmillos, como auténticos bulldozers vivientes, en caso de no poder llegar a la copa ni irguiéndose sobre las patas traseras. Se puede decir que llevan la devastación con ellos. Esto ocasiona graves problemas para los otros animales y los propios elefantes en los parques nacionales donde hay exceso de ejemplares, por lo que los responsables de los parques con exceso de ejemplares suelen contactar con otros donde los elefantes son menos numerosos y trasladar los individuos de más allí.

En cuanto al agua, los elefantes también la ingieren en grandes cantidades, unos 190 litros al día.

Vida social

 

Manada de elefantes africanos en África Oriental

Manada de elefantes africanos en África Oriental

Los elefantes africanos son animales notablemente inteligentes. De hecho, los experimentos sobre el razonamiento y el aprendizaje realizados sobre ellos indican que son los afrotherios más listos que existen junto con sus primos asiáticos. Esto se debe en buena medida a su gran cerebro, hogar de la famosa memoria de elefante.

Las manadas están formadas por hembras emparentadas y sus crías de diferentes edades, dirigidas por la hembra de mayor edad, a la que se da el nombre de matriarca. En ocasiones las acompaña algún macho adulto, pero éstos suelen abandonar la manada cuando llegan a la adolescencia y formar bandas con otros animales de su edad, para posteriormente llevar una vida solitaria, acercándose normalmente a las manadas de hembras solamente durante la época de celo. No obstante, los elefantes machos tampoco se alejan en exceso de su familia y la reconocen perfectamente cuando vuelven a encontrarla. En ocasiones, las manadas de hembras pueden fusionarse durante un tiempo, llegando a incluir cientos de individuos.

La matriarca decide el camino a seguir y muestra a los demás integrantes de la manada todos los acuíferos que conoce y que el resto memorizará para el futuro. La relación dentro de la manada es muy estrecha, cuando una hembra pare una cría, el resto se acercan para "saludarla" tocándole con la trompa; y cuando un individuo viejo muere, el resto la acompaña en ese difícil tránsito y se queda junto al cadáver durante un tiempo. Los famosos cementerios de elefantes son un mito, pero bien es verdad que estos animales saben lo que es un cadáver de su especie y parecen tratarlo con respeto cuando encuentran uno durante sus viajes, aunque sea de un desconocido, rodeándole y a veces tocándole la frente con la trompa.

El apareamiento ocurre cuando la hembra se siente preparada, algo que puede ocurrir en cualquier época del año. En ese momento emite infrasonidos que atraen a los machos, a veces situados a varios kilómetros. Éstos llegan en los días sucesivos a la manada y pelean cabeza contra cabeza con los demás, causándose heridas en la cara y a veces partiéndose algún cólmillo. El más fuerte (en caso de que la hembra lo acepte, indicándolo al frotar su cuerpo con el suyo) se aparea con ella y luego cada uno sigue su camino. Tras 22 meses de gestación (la más larga en los mamíferos), la hembra pare una sola cría de 90 cm. de altura y un peso de 100 kilos, que mama leche a veces hasta los 5 años de edad, aunque ya come alimento sólido desde los 6 meses. A los pocos días ya puede seguir a la manada y entonces la matriarca ordena que se reanude la marcha.

Por el cuidado de muchos expertos primeros en Africa, los elefantes han tenido un aumento en su actividad sexual natural, y como resultado, la población se ha triplicado en las últimas décadas.

Enemigos

Los individuos adultos carecen de depredadores gracias a su gran tamaño, pero las crías, sobre todo si han nacido hace poco, son vulnerables a los ataques de leones, leopardos, cocodrilos y más raramente, hienas. Esta depredación y la falta de agua en las épocas de sequía causan una mortalidad infantil considerable en esta especie, a pesar de los esfuerzos de todas las hembras del grupo, que suelen atacar a cualquier animal que ose acercarse a la manada. De entre todos estos, los elefantes africanos tienen especial aversión por los rinocerontes, hasta el punto de que los atacan nada más verlos. Este comportamiento se observa sobre todo en los machos, especialmente los más jóvenes.

Por último, conviene citar al hombre, que ha perseguido al elefante africano desde la antigüedad, tanto por su carne como (más frecuentemente) por sus valiosos colmillos. Esta caza se disparó en los siglos XIX y XX, cuando se le unió la caza por deporte, cada vez más demandada por las élites norteamericanas y europeas, y la conversión de grandes extensiones de selva y sabana en plantaciones. En 1989 se prohibió la caza del elefante africano y el tráfico de marfil, después de que la población pasase de varios millones a principios del s.XX a menos de 700000, habiéndose reducido en un 50% durante la década de los 80. Los científicos calcularon que, de seguir la tendencia existente y no tomar ninguna medida, el elefante se extinguiría en 1995. Por suerte, la protección de que goza actualmente este animal ha surtido efecto y eso ha podido evitarse, pero a pesar de que los gobiernos africanos imponen cada vez penas más duras contra el furtivismo, la caza furtiva sigue produciéndose hoy en día. El CITES sigue considerando que la especie está en peligro de extinción.

Subespecies

Los zoólogos reconocen dos subespecies de elefante africano, aunque en los últimos tiempos hay una corriente con bastante fuerza (basada en diferencias anatómicas, genéticas y de comportamiento) que opina que deberían ser reconocidas como especies separadas. Estas subespecies son:

Además, existen dos posibles subespecies que por ahora no han sido reconocidas formalmente por la comunidad científica:

 

Wikipedia

http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Loxodonta_africana&action=history

http://www.gnu.org/copyleft/fdl.html