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Panthera leo atrox

 

León Americano

Estado de conservación: Extinto en época prehistórica desde c. 8000 adC

Clasificación científica

Reino:

Animalia

Filo:

Chordata

Clase:

Mammalia

Orden:

Carnivora

Familia:

Felidae

Género:

Panthera

Especie:

P. leo

Subespecie:

P. l. atrox

Nombre trinomial

Panthera leo atrox
Leidy, 1853

Panthera leo atrox es el nombre científico de una subespecie extinta de león que habitó en el oeste de América durante el Pleistoceno, extendiéndose su área de distribución desde Alaska hasta el sur de México. Quizás se haya escuchado que abarcó hasta el sur de Perú (incluso norte de Chile), pero la verdad no es así (fue confundido con otro félido fósil). Suele recibir los nombres comunes de "león americano" o "león de las cavernas", los cuales, fuera de contexto, pueden llevar a confusiones con el puma (Puma concolor) y el león cavernario de Eurasia (Panthera leo spelaea), que también son conocidos por esos nombres. El P. l. spelaea estaba estrechamente emparentado con el P. l. atrox, que probablemente se originó a partir de una población de leones cavernarios que cruzaron el puente de tierra que, durante la Era Glacial, comunicaba Siberia con Alaska.

Descripción

Aunque menores que los leones de las cavernas eurasiáticos (los felinos más grandes que han existido jamás), los leones americanos eran enormes, en torno a un 25% (3'5 metros de longitud) más grandes que los leones africanos actuales. Superaban en tamaño a todos los carnívoros del continente, con la sola excepción de los osos de cara corta del género Arctodus. Dado que éstos eran tanto o más carroñeros que cazadores, se puede decir que los leones eran los depredadores dominantes en la América glacial, por encima de animales como los lobos gigantes o los "tigres" dientes de sable. Los machos tenían un peso de entre 272 y 363 kilos y las hembras pesaban unos 215 kg.

Además del tamaño, se da el caso de que los leones americanos tenian el cerebro más grande en relación al resto del cuerpo de todos los leones, lo que les haría particularmente inteligentes y capaces de llevar a cabo complejas tácticas de caza en manada. Su conducta social queda probada también por el frecuente hallazgo de manadas enteras en cuevas y pozos de brea como los de Los Ángeles, donde se han recuperado cerca de 100 esqueletos completos de estos animales.

Al contrario que Europa, la Norteamérica del Paleolítico carece de pinturas rupestres que permitan conocer el aspecto en vida de la megafauna local. La mayoría de las reconstrucciones pictóricas suelen representar los leones americanos con un aspecto muy similar al de sus parientes africanos, pero es más probable que fuesen bastante diferentes en su aspecto externo, como ocurre con los leones cavernarios de Eurasia. Las representaciones prehistóricas de éstos dibujan machos sin melena, y en algunos casos se aprecian unas pocas manchas o rayas cortas en la cola o cuartos traseros (se ha sugerido que el arte rupestre no dibuja melenas porque los hombres primitivos sólo representaban hembras, pero hay casos como el del león de la cueva francesa de Combarelles donde se aprecia claramente el sexo masculino del animal).

La caza en manada y su robusta constitución física les permitía capturar todo tipo de grandes animales, principalmente asnos, caballos, ciervos y bisontes, que entonces abundaban en América. También abatían jóvenes mamuts y mastodontes.

¿León o tigre?

El primer resto conocido (media mandíbula) fue estudiado en 1853 por Joseph Leidy, que lo adscribió a una nueva especie, Felis atrox. La reestructuración de la clasificación de los felinos trasladó a todos los grandes gatos (tigres, leones, leopardos y jaguares) a un género propio, Panthera. Pronto se descubrieron muchos más restos que permitieron identificar al Panthera atrox como una subespecie americana del león, y por tanto perteneciente a la especie Panthera leo.

Sin embargo, en 1996, Groiss detectó una serie de semejanzas craneales entre los leones cavernarios y los tigres, y enunció la posibilidad de que estos animales fuesen en realidad subespecies de Panthera tigris y no Panthera leo. Se da el caso además, de que se han descubierto algunos restos similares a tigres en yacimientos del Pleistoceno temprano de Alaska, en torno a los 100.000 años de antigüedad. Aunque aún no han sido clasificados debidamente, estos restos se interpretan como pertenecientes a una especie cercana al tigre o quizás una subespecie primitiva de él relacionada con el actual tigre siberiano. ¿Podrían los leones americanos descender de estos animales, en realidad, y no ser leones sino tigres?

Aunque no muy desarrollada, se generó una pequeña polémica a este respecto entre diferentes autores. En 2004, los análisis moleculares de Burger demostraron que los leones cavernarios de Europa y Asia no eran tigres, sino leones (aunque no estaban emparentados con ninguna subespecie actual de león en particular). Dado el fuerte parecido entre los leones eurasiáticos y los americanos, lo más probable es que los americanos sean también auténticos leones y que las semejanzas con los tigres notadas por Groiss sean en realidad caracteres primitivos que se han mantenido en estas subespecies pero que se han perdido en las otras. No obstante, hace falta un examen similar al de los leones europeos, hecho esta vez con restos óseos americanos, para que se pueda afirmar al 100% que los leones americanos eran auténticos leones.

Extinción

Los leones americanos son una de las víctimas desaparecidas en la gran extinción americana de finales del Pleistoceno. Las causas de esta extinción masiva, que se llevó por delante a todos los proboscídeos americanos, los caballos, los bisontes esteparios, los megaterios y muchos más animales suelen interpretarse como el resultado de una conjunción de catástrofes climáticas ocurridas al final de la Era Glacial.

Otros autores señalan a los antepasados de los indios americanos como los causantes principales de ese declive, que entraron en América desde Siberia hace unos 15000 años y se expandieron rápidamente hasta alcanzar la Tierra del Fuego hace 8000 años. Al contrario que en otros lugares, la megafauna americana no había sufrido nunca antes la depredación de algún homínido y habría sucumbido fácilmente a las trampas, las azagayas y las flechas de los nuevos invasores. La relación entre los paleoamerindios y los leones era bastante ambigua a este respecto, puesto que parece que se cazaban los unos a los otros y viceversa. La Cueva del Jaguar, en Idaho, muestra los restos de leones cavernarios muertos y consumidos por humanos hace 10300 años.

Los restos de leones americanos más recientes se encuentran cada vez más al sur, en México y luego en Perú, algo que casa bastante bien con un exterminio de origen humano iniciado con la llegada de los cazadores desde el norte.

 

Wikipedia

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