La edición de 1859 de Sobre el Origen de las Especies |
Stephen
Jay Gould, quien, junto a Niles Eldredge propuso la teoría del equilibrio
puntuado en 1972 |
La idea de una evolución
biológica ha existido desde épocas remotas, notablemente entre los Helénicos
como Epicuro, pero la teoría moderna no se estableció hasta llegados los siglos
XVIII y XIX, con la contribución de científicos como Christian Pander, Jean-Baptiste
Lamarck y Charles Darwin. A pesar de que la transmutación de las
especies era aceptada por una considerable parte de la comunidad científica
antes de 1859, fue la publicación por parte de Darwin de El Origen de las
Especies lo que trajo a la luz el primer mecanismo coherente por el cual el
cambio evolutivo podía persistir: su teoría de la selección natural. Una carta
de Alfred Russel Wallace, en la cual revelaba su propio descubrimiento de la
selección natural, impulsó a Darwin a publicar su trabajo en evolución. Por lo
tanto, a veces se comparte el crédito con Wallace por la teoría de la evolución
(a veces llamada Teoría de Darwin-Wallace).
A pesar de que la teoría de Darwin pudo sacudir profundamente la opinión
científica con respecto al desarrollo de la vida (e incluso resultando en una
pequeña revolución social), no pudo explicar la fuente de variación existente
entre las especies, y la propuesta de Darwin de la existencia de un mecanismo hereditario
(pangénesis) no satisfizo a la mayoría de los biólogos. No fue recién hasta
fines del siglo XIX y comienzos del XX, que estos mecanismos pudieron
establecerse.
Cuando se "redescubrió" alrededor del 1900 el trabajo de Gregor
Mendel sobre la naturaleza de la herencia que databa de fines del siglo XIX, se
estableció una discusión entre los Mendelianos (Charles Benedict Davenport) y
los biométricos Walter Frank Raphael Weldon y Karl Pearson), quienes insistían
en que la mayoría de los caminos importantes para la evolución debían mostrar
una variación continua que no era explicable a través del análisis mendeliano.
Finalmente, los dos modelos fueron conciliados y fusionados, principalmente a
través del trabajo del biólogo y estadístico R.A. Fisher. Este enfoque
combinado, que empleaba un modelo estadístico riguroso a las teorías de Mendel
de la herencia vía genes, se dio a conocer en los años 1930 y 1940 y se conoce
como la teoría sintética de la evolución.
En los años de la década de 1940, siguiendo el experimento de Griffith, Avery,
McCleod y McCarty lograron identificar de forma definitiva al ácido
desoxirribonucléico (ADN) como el "principio transformante) responsable de
la transmisión de la información genética. En 1953, Francis Crick y James
Watson publicaron su famoso trabajo sobre la estructura del ADN, basado en la
investigación de Rosalind Franklin y Maurice Wilkins. Estos desarrollos
iniciaron la era de la biología molecular y transformaron el entendimiento de
la evolución en un proceso molecular: la mutación de segmentos de ADN (ver evolución
molecular).
A mediados de la década de 1970, Motoo Kimura formuló la teoría neutralista
de la evolución molecular, estableciendo de manera firme la importancia de la
deriva génica como el mayor mecanismo de la evolución. Hasta la fecha continúan
los debates en esta área de investigación. Uno de los debates más importantes
es sobre la teoría del equilibrio puntuado, una teoría propuesta por Niles
Eldredge y Stephen Jay Gould para explicar la escasez de formas transicionales
entre especies.
A medida que se ha ido desarrollando la comprensión de los fenómenos
evolutivos, posturas y creencias bien arraigadas se han visto revisadas,
vulneradas o por lo menos cuestionadas. La aparición de la teoría evolutiva
marca un hito, no solo en su campo de pertinencia al explicar los procesos que
originan la diversidad del mundo vivo; sino también más allá del ámbito de las
ciencias biológicas. Naturalmente, este concepto biológico choca con las
explicaciones tradicionalmente creacionistas y fijistas de algunas posturas
religiosas y místicas; y bien que aspectos como el de la descendencia de un ancestro
común, aún suscita reacciones en algunas personas; el impacto más importante de
la teoría evolucionista se da a nivel de la historia del pensamiento moderno y
la relación de este con la sociedad. Este profundo impacto es en definitiva
debido a la naturaleza no teleológica de los mecanismos evolutivos: es decir que
la evolución no sigue un fin u objetivo. Las estructuras y especies no
"aparecen" por necesidad (ni por designio divino) sino que a partir
de la variedad de formas existentes solo las mejor adaptadas son conservadas en
el tiempo. Este mecanismo "ciego", independiente de un plan, de una
voluntad divina o de una fuerza sobrenatural ha sido explorado en consecuencia
en otras áreas del saber. La adopción de la perspectiva evolutiva para abordar
problemas en otros campos se ha mostrado enriquecedora y muy vigente; sin
embargo en el proceso también se han dado abusos (p.e. el atribuir un valor
biológico a diferencias culturales y cognitivas) o deformaciones de la misma
(como justificativo de posturas eugeneticas).
La teoría de la evolución por acción de la selección natural también ha sido
adoptada como fundamento para varios sistemas éticos y sociales, como el Darwinismo
social, el cual mantiene que la supervivencia del más apto explica y
justifica las diferencias de bienestar y éxito entre las sociedades, las
personas y la eugenesia, que claman que la civilización humana estaba
revirtiendo la selección natural permitiendo que los menos aptos
sobrevivieran y se procrearan en exceso con respecto a los más aptos.
Después de que las atrocidades del Holocausto fueran vinculadas con la
eugenesia, dejó de ser vista de manera favorable por la opinión pública y
científica (a pesar de que tampoco había sido aceptada universalmente en el
pasado).
La noción de que los humanos comparten ancestros comunes con otros animales,
también afectó la manera en la que algunas personas ven la relación entre los
humanos y otras especies. Muchos de los defensores de los derechos humanos
mantienen que si los animales y humanos son de la misma naturaleza, entonces
los derechos no pueden ser distintos para los humanos. Esta teoría también ha
sido incorporada en otros campos del conocimiento, creando híbridos tales como
la psicología evolutiva y la sociobiología
Antes de que la geología se convirtiera en una ciencia, a principios del siglo
XIX, tanto las religiones occidentales como los científico descontaban o
condenaban de manera casi unánime cualquier propuesta que implicara que la vida
es el resultado de un proceso evolutivo. Sin embargo, a medida que la evidencia
geológica empezó a acumularse en todo el mundo, un grupo de científicos comenzó
a cuestionar si una interpretación literal de la creación relatada en la Biblia
Judeo-Cristiana podía reconciliarse con sus descubrimientos (y sus
implicaciones). Algunos geólogos religiosos, como Dean William Auckland en
Inglaterra, Edward Hitchcock en Estados Unidos y Hugo Millar en Escocia siguieron
justificando la evidencia en términos de un Diluvio universal, pero una vez que
Charles Darwin publicara su Origen de las Especies en 1859 la opinión
científica comenzó a alejarse rápidamente de la interpretación literal de la
Biblia. Este debate temprano acerca de la validez literal de la Biblia no se
llevó a cabo tras puertas cerradas, y desestabilizó la opinión educativa en
ambos continentes. Eventualmente, instigó una contrarreforma que tomó la
forma de un renacimiento religioso en ambos continentes entre 1857 y 1860.
Algunos grupos, principalmente en Estados Unidos, interpretan en las Escrituras
que un ser supremo creó directamente a los humanos y a otros animales como
especies separadas y acabadas. Este punto de vista es comúnmente llamado creacionismo,
y sigue siendo defendido por algunos grupos religiosos, particularmente los protestantes
estadounidenses. Esto ha llevado a un duro conflicto entre la creación y
evolución en la educación pública, a pesar de que parece ser un fenómeno local
(aunque cabe destacar que, por ejemplo, aún en el año 2005 en Italia hubo un
intento de suspensión de la enseñanza de la teoría de la evolución).
En respuesta a la aceptación científica de la teoría de la evolución, muchos
religiosos han unificado los puntos de vista científico y religioso, ya sea de
manera formal o informal. Algunos religiosos han adoptado un enfoque desde la evolución
teísta, en donde Dios provee una chispa divina que inicia el proceso de la
evolución, y (o) donde Dios ha guiado el curso de la evolución.
Por ejemplo, a partir de 1950 la Iglesia Católica Romana tomó una posición
neutral con respecto a la evolución con la encíclica Humanis generis del Papa Pío
XII. "La Iglesia no prohíbe que… las discusiones e investigaciones, de
parte de hombres de experiencia de ambos campos, tengan lugar con respecto a la
doctrina de la evolución, siempre que busque el origen del cuerpo humano como
viniendo de materia viva pre-existente"
En los países o regiones en los cuales de la mayoría de la población
mantiene fuertes creencias religiosas, el creacionismo posee un atractivo mucho
mayor que en los países donde la mayoría de la gente posee creencias seculares.
Desde los años 1920 hasta el presente en los Estados Unidos, han ocurrido
varios ataques religiosos a la enseñanza de la teoría evolutiva,
particularmente por parte de los evangelistas. Algunos creacionistas, como el
Dr. Kent Hovind, creen que la evolución es la base para el Nazismo, Comunismo, Marxismo,
la alabanza a la Madre Tierra, racismo y que “los dinosaurios estaban en el Jardín
del Edén. Siempre han convivido con el hombre, se encontraban en el Arca de Noé
y que algunos pueden estar vivos hoy en día en algunas partes del mundo”.
Wikipedia
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