Este artículo necesita una revisión de gramática, ortografía y estilo.
Cuando el artículo esté corregido, borra esta plantilla, por
favor.
La educación (del latín educare, "guiar", y educere,
"extraer") puede definirse como:
También se llama educación al resultado de este proceso, que se materializa
en la serie de habilidades, conocimientos, actitudes y valores adquiridos,
produciendo cambios de caracter social, intelectual, emocional, etc. en la
persona que, dependiendo del grado de concienciación, será para toda su vida o
por un periodo determinado, pasando a formar parte del recuerdo en el último de
los casos.
objetivo de la educación inicial
-Incentivar el proceso de estructuración del pensamiento, de la imaginación
creadora, las formas de expresión personal y de comunicación verbal y gráfica.
- Favorecer el proceso de maduración en el niño/a en lo sensorio-motor, la
manifestación lúdica y estética, la iniciación deportiva y artística, el
crecimiento socio afectivo, y los valores éticos.
- Estimular hábitos de integración social, de convivencia grupal, de
solidaridad y cooperación y de conservación del medio ambiente.
- Fortalecer la vinculación entre la institución educativa y la familia.
- Prevenir y atender las desigualdades físicas, psíquicas y sociales originadas
en diferencias de orden biológico, nutricional, familiar y ambiental mediante
programas especiales y acciones articuladas con otras instituciones
comunitarias.
La educación es un derecho fundamental reconocido en la Declaración
Universal de los Derechos Humanos de 1948 y en la Convención sobre los Derechos
del Niño de 1989; es, en definitiva, el instrumento de derechos humanos que más
ratificaciones ha recibido en toda la historia. La educación es, por lo tanto,
una responsabilidad internacional compartida y reconocida como motor de
desarrollo humano porque salva vidas, porque favorece el crecimiento económico
y la distribución de la riqueza y porque permite a los ciudadanos participar en
la vida pública y defender sus opiniones y derechos.
A pesar de los compromisos asumidos por la comunidad internacional para
trabajar por la educación básica universal, la situación actual es que 125
millones de niños y niñas no van a la escuela; 150 millones de niños y niñas la
abandonan antes de haber aprendido a leer y escribir; 872 millones de adultos
son analfabetos. Además, millones de niños y niñas de todo el mundo reciben una
educación deficiente, que no se adapta a sus necesidades y no les proporciona
las capacidades ni los conocimientos básicos para la vida adulta. Esta
situación se concentra en los países en vías de desarrollo, sobre todo en
África subsahariana, y afecta de manera especialmente aguda a los colectivos
más vulnerables: las niñas, las minorías étnicas y los habitantes de las zonas
rurales.
La situación es desigual según la situación geográfica y el sexo. Los países
industrializados -por ejemplo- representan, en conjunto, menos de una quinta
parte de la población mundial, pero consumen cuatro quintas partes del gasto
educativo. Asia Meridional, con un 25% de la población, sólo consume un 4% de
dicho gasto, mientras que África subsahariana, con un 10% de la población,
consume únicamente un 1%. Así pues, los países de la OCDE invierten una media
de casi 4.636 dólares (4.126 euros) por alumno en enseñanza primaria y
secundaria, frente a los 49 dólares (43 euros) que destinan los países
africanos.
Mientras que un niño en Mozambique solo puede esperar asistir a las escuela
durante dos o tres años, un niño europeo o norteamericano de cinco años, puede
pasarse 17 años gozando de una educación formal.
De los 50 millones de menores que no van a la escuela, 27 millones son
niñas; 600 millones de mujeres en todo el mundo no saben leer ni escribir; las
mujeres tienen un 60% más de riesgo de analfabetismo que los hombres. Muchas
niñas no van a la escuela o la abandonan muy temprano por motivos
socioculturales y económicos (bodas, embarazos precoces, obligaciones
familiares, miedo de los padres a las agresiones, alto coste de la
educación...).
África subsahariana, con un 10% de la población mundial y un tercio de los
niños y niñas del mundo, sólo se beneficia de un 1% de la inversión educativa
internacional. Esto significa que por cada alumno o alumna africanos se
invierten alrededor de dos dólares anuales, mientras que en los países
industrializados se superan los 4.000 dólares. En África subsahariana, más del
50% de las mujeres no saben leer ni escribir. Se calcula que en el año 2015
tres de cada cuatro menores sin escolarizar vivirán en ese continente.
¿Por qué hay tantos niños y niñas en todo el mundo que no van al colegio?
Las razones varían dependiendo de los países y las familias, pero se pueden
identificar unas constantes:
La instrucción hace referencia a los conocimientos que se pueden adquirir
por cualquier medio y sobre cualquier tipo de materias. Una persona se puede
instruir sin la necesidad de un maestro. Por ejemplo la lectura o las
conversaciones mantenidas nos instruyen aunque puedan o no educarnos. Por el
contrario, la educación se sirve de preceptos, ejercicios y ejemplos con los
que desarrollar las facultades intelectuales, culturales, físicas y morales de
las personas. Acción y efecto de educar, formar, instruir.
Una vez concretados los conceptos las diferencias son evidentes. La
educación requiere plazos más largos y difíciles de precisar que los de la mera
instrucción, que supone la acumulación de conocimientos. La educación abarca
toda la personalidad del individuo.
Para no caer en la mera instrucción, la educación tiene que superar los
obstáculos que suponen tener un tiempo asignado a cada materia, los plazos que
marcan las planificaciones y la cantidad y heterogeneidad de alumnos y alumnas
que se dan en los centros educativos actuales. El objetivo debe ser el
desarrollo de todas las capacidades humanas teniendo en cuenta la
individualidad de la que somos portadores cada uno de nosotros. Haciéndonos
dueños de nuestras ideas y conductas y por lo tanto de nuestra vida.
Esfuerzo, hábito y método han sido, durante siglos, las claves para entender
que es menester haber aprendido mucho para llegar a saber un poco
(Montesquieu). Partiendo de estas premisas, grandes pensadores como Locke
tenían claro que, para educar, no debe ocuparse todo el tiempo en dar lecturas
y dictar magistralmente al alumno aquéllo que debe observar y respetar.
Escucharlo a su debido tiempo y acostumbrarlo a razonar sobre lo que se propone
le darán mayor aprecio por el estudio y la instrucción.
Si educar es el camino que nos otorga libertad, la instrucción se convierte
en el aprendizaje de los conocimientos que necesitamos para cumplir una función
social. Esto sí que lo hemos comprendido en nuestro tiempo.
Parece que la educación, hoy, se orienta prioritariamente al estudio de
contenidos que el alumno debe aprender para luego demostrar, por medio de un
examen, lo que sabe, aunque sea memorísticamente. Sin embargo, las políticas
sobre educación orientadas por evaluaciones estandarizadas, afirman que el teach
to the test, es decir, enseñar para ser examinado, es un gran fracaso
educativo.
La educación es un proceso evolutivo y constante que va modificando la
conducta del individuo a través de conocimientos y experiencias que se
adquieren de diversas formas y medios, y esta puede ser formal e informal,
consciente e inconscientemente.
Wikipedia
http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Educaci%C3%B3n&action=history