Esta especie era fuertemente social, desplazándose en bandadas de miles de
millones de individuos. Los testimonios de los primeros naturalistas que las
describieron son simplemente asombrosos: las bandadas en plena emigración eran
tan grandes que oscurecían el cielo a su paso y el aleteo que producían todos
sus integrantes generaba una brisa y un ruido apreciables. La bandada más
grande registrada medía 1'6 kilómetros de largo y tardaba varios días en cruzar
una zona, durante los cuales disminuían la luz y el calor que recibían sus
habitantes.
Áreas originales de anidación (rojo) e invernada (amarillo)
de la paloma migratoria.
Las palomas realizaban estas migraciones multitudinarias para dirigirse a su
zona de anidación, localizada en el noreste de Estados Unidos, y luego para
regresar de vuelta a su área de invernada, situada alrededor de ésta y
extendida desde Quebec y Saskatchewan, en Canadá, hasta el Golfo de México. Por
el oeste alcanzaban las primeras estribaciones de las Montañas Rocosas.
Una vez en la zona de anidación, los animales dedicaban un par de días al
cortejo y el apreamiento. El macho desvelaba sus intenciones volando en
círculos sobre la hembra y luego intentando frotar su cuello sobre el de ella.
En caso de mostrarse receptiva, el macho construía un nido con ramas pequeñas y
después de aparearse, la hembra depositaba un único huevo en su interior. Tras
esto, la pareja se turnaba para incubar el huevo durante 13 días, al cabo de
los cuales hacía eclosión, y luego alimentaba a su único polluelo entre 15 y 17
días más. El único alimento que el pequeño recibía durante ese tiempo era leche
de paloma, alimentos semidigeridos y almacenados por sus padres en el buche,
que luego eran regurgitados a la cría. Con este nutritivo alimento, los
polluelos crecían tan rápidamente que a las dos semanas ya les salían plumas y
sólo unos días después de esto abandonaban el nido y se independizaban. Para
comunicarse entre ellas, las palomas migratorias usaban una colección de
sonidos roncos similares a un ¡Kek! que significaba diferentes cosas
según lo fuerte, modulado o repetido que se pronunciase. En contadas ocasiones
emitían también un suave arrullo.
La alimentación era muy variada y se producía por igual en los árboles,
arbustos y suelo. Los alimentos ingeridos más frecuentemente eran nueces, bayas,
bellotas, insectos y otros pequeños invertebrados.
Paloma migratoria en cautividad, fotografía de 1898.
Estas aves fueron cazadas de forma masiva desde el principio, con el fin de
aprovechar su grasa, plumas y carne, que servía tanto para alimentar personas
como para fabricar piensos para animales domésticos, sobre todo cerdos. Su
carne era frecuentemente consumida por las clases más humildes, ya que era más
barata que la de cualquier otro animal. En 1805 llegaron a Nueva York más de
200 aves en un sólo cargamento. Con la expansión del ferrocarril y la
emigración de colonos hacia el oeste la caza y consumo de la paloma migratoria
aumentó de forma increíble, y muchas personas se convirtieron en cazadores
especializados de estas aves. Ya en la década de 1850 comenzó a observarse un
brusco declive en el número de la especie, aunque esto no impidió que se
siguiera cazando al mismo ritmo.
El declive aumentó a la par que se destruían también los bosques donde
habitaba esta especie para destinarlos a la agricultura. A pesar del rápido
crecimiento del pollo de la paloma migratoria, el hecho de que sólo hubiese un
huevo por nidada fue determinante para que la población no pudiese regenerarse
a medida que se mataban más y más ejemplares. Para 1880 la situación ya era
irreversible, por lo que se intentó iniciar algunos programas de cría en
cautividad que fracasaron en todos los casos, probablemente debido a la
estrecha dependencia entre la migración y la reproducción en esta especie, que
impedía su cría en zoológicos. En 1896 se produjo el asalto a la última gran
colonia de cría, matándose 250000 ejemplares en un solo día que constituían el
número total de los adultos en la zona. Las crías, huevos y nidos fueron
abandonados al bochorno del sol y los depredadores. Curiosamente, las palomas
migratorias cazadas entonces no llegaron nunca al mercado porque el tren que
las transportaba descarriló y sus cuerpos quedaron desparramados y abandonados
a su alrededor.
La última paloma migratoria salvaje de la que se tiene noticia fue tiroteada
por un niño en Ohio, en 1900. Desde entonces no se ha podido probar ningún
avistamiento en la naturaleza. Martha, el último ejemplar mantenido en
cautividad, murió debido a su avanzada edad en 1914, en su jaula del zoo de Cincinnati.
Fue congelada y enviada inmediatamente a la Smithsonian Institution, donde se
sigue exhibiendo hoy en día su cadáver disecado.
Durante un tiempo se dio por extintos junto a la paloma migratoria a sus dos
parásitos comunes, los piojos Columbicola extinctus y Campanulotes
defectus. Sin embargo, el primero fue redescubierto después sobre
ejemplares de paloma encinera (Columba fasciata), y el segundo se
identificó más tarde como perteneciente a la especie Campanulotes flavus,
que infecta a varias palomas más. Parece que al menos estos parásitos supieron
adaptarse a la desaparición de su huésped, aunque se ignora si hubo otros que
no pudieron hacerlo.
Wikipedia
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