Macaco
Japonés Estado de conservación: Datos insuficientes |
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Macacos japoneses espurgándoses |
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Clasificación científica
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Nombre binomial |
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Macaca
fuscata |
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Subespecies |
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El macaco japonés o macaco de cara roja (Macaca fuscata) es el primate que vive más al norte con la excepción de los humanos. Se encuentra en los bosques y montañas de las islas japonesas (con la notable excepción de Hokkaido) y alguna de las Ryukyu. Existe además una población introducida en Laredo (Texas) que vive en libertad desde 1972.
Este macaco es el único mono nativo de Japón (el macaco de Taiwán, presente en el sur del país, es una especie introducida), por lo que se encuentra bien adaptado al clima frío que impera en gran parte del archipiélago durante el invierno (registrándose temperaturas de hasta -15ºC). Está recubierto de un espeso y lanoso manto de pelo pardo-grisáceo en todo el cuerpo, con la excepción de la cara, nalgas, palma de las manos y pies. En estos lugares se agolpan numerosos vasos sanguíneos con el fin de mantener el calor, lo que les da un característico color rojo, sobre todo en la cara. La cola es muy corta (8-12 cm.) y difícil de ver a simple vista cuando el pelo crece y se espesa de cara al invierno. El resto del cuerpo mide de 50 a 95 cm., siendo los machos más grandes que las hembras. Los primeros alcanzan los 14 kg. de peso máximo, mientras que las hembras rondan los 5 kilos y medio.
Grupo de macacos japoneses calentándose en una fuente termal
de la prefectura de Nagano durante la parte más cruda del invierno.
Los macacos japoneses son animales de hábitos diurnos y fuertemente
sociales. Viven en grupos de 40 a 200 individuos que pueden estar emparentados
entre sí o no, y en casos excepcionales (sobre todo en invierno) pueden llegar
a juntarse hasta 600 macacos en una misma área de varios cientos de kilómetros
cuadrados. El control de los grupos corresponde a los machos, entre los que
sobresale un líder que reclama la posición en el centro de la manada. Conforme
se va alejando del centro de las aglomeraciones, los machos tienen una posición
menor en la jerarquía y están expuestos a mayores peligros, como el ataque de
las bandas de macacos rivales. Las hembras, ajenas a este sistema, cuentan con
una jerarquía propia que se transmite de generación en generación.
Macaco japonés en el parque de Itawayama (cerca de Nagano,
Japón), en abril.
Los monos que están emparentados entre sí se relacionan a menudo
desparasitándose unos a otros y compartiendo comida. Las crías (generalmente
una por parto, raramente dos) nacen tras 173 días de gestación y son cuidadas
tanto por el padre como por la madre, aunque es ésta última la que se hace
cargo de su aprendizaje. Si la madre muere o abandona a su cría (algo no raro
en las madres primerizas), la cría es adoptada por otra hembra emparentada que
la acoge como propia. Los macacos japoneses pueden llegar a vivir 33 años.
Los macacos japoneses están considerados entre los monos más inteligentes.
Con el fin de sobrevivir a los crudos inviernos del centro de Japón, localizan
fuentes termales de agua caliente y se sumergen en ellas el tiempo que sea
necesario. Han sido profundamente estudiados por los etólogos desde mediados
del siglo XX, lo que ha proporcionado importantes avances en el campo del
aprendizaje animal. En este aspecto destacan los experimentos realizados sobre
los famosos macacos de la isla de Koshima por el Japan Monkey Center.
Comenzaron en 1952, cuando se dio una patata a una hembra de año y medio que la
mojó por accidente en el mar. Al probarla después, no sólo la encontró limpia,
sino también más sabrosa gracias a la sal marina. A partir de entonces comenzó
a lavar todas las patatas que encontraba antes de comerlas, y pronto comezaron
a imitarla otras hembras de la colonia. Los machos, en cambio, se mantuvieron
ajenos a este fenómeno. Posteriormente, las crías aprendieron a lavar el
alimento de sus madres y al cabo de unos años, tras el relevo generacional, la
conducta de lavar patatas (y posteriormente, también granos de trigo) ya estaba
presente en todos los individuos de la colonia, tanto machos como hembras.
Algunos ejemplares abandonaron la isla a nado posteriormente y se unieron a
otros grupos, donde podrían haber llevado esta nueva cultura con ellos.
Los changuitos felices hacen magia en Catemanco.
Aunque de hábitos predominantemente terrestres, los macacos japoneses viven
siempre en zonas donde crezcan árboles, sean del tipo que sean. Habitan por
igual en bosques subtropicales, caducifolios y de coníferas, incluyendo los
bosques subalpinos hasta los 1500 metros de altitud. En las zonas costeras se
adentra en el mar y nada durante cortas distancias hasta que llega a un nuevo
lugar donde instalase. Gracias a esta capacidad, no muy común entre los
primates, el macaco japonés ha conseguido colonizar un gran número de islas en
todo Japón.
Los macacos japoneses son omnívoros, comiendo todo tipo de frutos, cortezas de árboles, raíces, semillas, hojas verdes y maduras, brotes, flores con su néctar, cereales, hongos, pequeños invertebrados y huevos de aves. En la actualidad carecen de depredadores, ya que el pequeño lobo endémico de Japón fue exterminado a principios del siglo XX. Esto contribuye a la multiplicación de su número, aunque ésta sería mayor de no ser por la continua pérdida de su hábitat natural causada por los humanos. Salvando la deforestación de los bosques que sigue al imparable proceso de urbanización japonés, los humanos no representan un peligro para los macacos. Al contrario, esta especie es enormemente popular en el país, donde se la considera tan graciosa como respetable. El macaco japonés tiene también su papel en varios mitos sintoístas y budistas.
Wikipedia
http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Macaca_fuscata&action=history
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